Apareció vestido de etiqueta, con un traje gris, camisa blanca y corbata plateada. Elegante e impoluto. Listo para sentirse donde más le gusta, donde ha estado toda su vida, en el foco de todas las miradas. Dieciséis años después, Diego Armando Maradona ha vuelto a un Mundial. Cuatro campeonatos después de salir por la puerta de atrás, el '10' ha vuelto al centro del mundo con una imagen impecable y una victoria para su Argentina.
La última aventura del Diego, que hizo grande a Argentina como jugador, es devolver a su país la gloria futbolística desde el banquillo. Como siempre, como toda su vida, su aventura ha estado plagada de altibajos y alcanzó el Mundial 'in extremis' y con un fútbol que dejaba mucho que desear. Con este panorama y alguna que otra declaración antisonante, Maradona llegó a Sudáfrica con el único apoyo de sus jugadores.
¿Y para qué más? La fe que tienen los 23 jugadores argentinos en su 'Dios' es total y el grupo que han coformado recuerda a aquel que acabó levantando la Copa del Mundo en 1986. Entonces, Maradona lideraba a la albiceleste. Hoy, una 'pulga' llamada Messi ha dejado los primeros detalles de lo que es capaz de hacer en Sudáfrica.
Sin embargo, el problema de Argentina ante Nigeria ha sido, aunque parezca mentira, su delantera. Una selección con Messi, Higuaín, Tévez, Agüero, Diego Milito, Di María... son tantas las posibilidades que tiene Maradona arriba que más que un problema parece una bendición. Sin embargo, el que ha sacado las castañas del fuego ha sido Heinze, el Ruggeri actual. "Parecía que no la queríamos meter", ha asegurado el técnico.
Primer paso hacia la final
"Si a Nigeria le hubiésemos hecho de cinco ocasiones tres, hablaríamos de un partido brillante. Se erraron goles, no hay que fallarlos, no hay que perdonar. El que perdona paga y nosotros perdonamos", lamenta Maradona, que admite que todavía tiene que pulir muchos errores. Sus próximos rivales, Corea del Sur y Grecia, parecen propicios para terminar de ensamblar un equipo que aspira a todo.
Como lo hacía la Argentina de 1994, donde Maradona pasó del éxtasis al agujero negro de manera fulminante. Golazo ante Grecia, locura en Argentina, partido ante Nigeria y, de repente, dopaje. "Juro por mis hijas, que son la fuerza que me trajo a este Mundial, que no me drogué y que no he tomado ninguna sustancia prohibida", indicó Maradona, al que encontraron en su sangre cinco sustancias estimulantes distintas.
Maradona es expulsado del Mundial EEUU 94 acusado de dopaje
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Entonces Argentina se hundió. Sin su guía, su Dios, su 10, la albiceleste dejó de respirar. Dieciséis años después, aquel Dios ha regresado trajeado, con intención de no volver a fallar a su país y llevarlo por un camino que ya conoce. "Cuando uno gana y se va afianzando, le toma el gusto a ganar. Nos pasó en el 86 y en el 90. A medida que ganen partidos van a sentir la necesidad de ganar cada día", aseguró tras el partido ante Nigeria.
Y como muestra, ya ha ofrecido una de sus claves, dejar jugar a su máxima estrella, como en su día Bilardo hizo con él. "A Lio lo quiero cerca de la pelota y hoy estuvo cerca de la pelota. Mientras él se divierta con la pelota nos divertiremos todos. No sería lindo el fútbol sin ver a Messi que toque la pelota. Hoy hizo cosas bárbaras", indicó el más grande de los futbolistas argentinos a su sucesor.
La última aventura del Diego, que hizo grande a Argentina como jugador, es devolver a su país la gloria futbolística desde el banquillo. Como siempre, como toda su vida, su aventura ha estado plagada de altibajos y alcanzó el Mundial 'in extremis' y con un fútbol que dejaba mucho que desear. Con este panorama y alguna que otra declaración antisonante, Maradona llegó a Sudáfrica con el único apoyo de sus jugadores.
¿Y para qué más? La fe que tienen los 23 jugadores argentinos en su 'Dios' es total y el grupo que han coformado recuerda a aquel que acabó levantando la Copa del Mundo en 1986. Entonces, Maradona lideraba a la albiceleste. Hoy, una 'pulga' llamada Messi ha dejado los primeros detalles de lo que es capaz de hacer en Sudáfrica.
Sin embargo, el problema de Argentina ante Nigeria ha sido, aunque parezca mentira, su delantera. Una selección con Messi, Higuaín, Tévez, Agüero, Diego Milito, Di María... son tantas las posibilidades que tiene Maradona arriba que más que un problema parece una bendición. Sin embargo, el que ha sacado las castañas del fuego ha sido Heinze, el Ruggeri actual. "Parecía que no la queríamos meter", ha asegurado el técnico.
Primer paso hacia la final
"Si a Nigeria le hubiésemos hecho de cinco ocasiones tres, hablaríamos de un partido brillante. Se erraron goles, no hay que fallarlos, no hay que perdonar. El que perdona paga y nosotros perdonamos", lamenta Maradona, que admite que todavía tiene que pulir muchos errores. Sus próximos rivales, Corea del Sur y Grecia, parecen propicios para terminar de ensamblar un equipo que aspira a todo.
Como lo hacía la Argentina de 1994, donde Maradona pasó del éxtasis al agujero negro de manera fulminante. Golazo ante Grecia, locura en Argentina, partido ante Nigeria y, de repente, dopaje. "Juro por mis hijas, que son la fuerza que me trajo a este Mundial, que no me drogué y que no he tomado ninguna sustancia prohibida", indicó Maradona, al que encontraron en su sangre cinco sustancias estimulantes distintas.
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Entonces Argentina se hundió. Sin su guía, su Dios, su 10, la albiceleste dejó de respirar. Dieciséis años después, aquel Dios ha regresado trajeado, con intención de no volver a fallar a su país y llevarlo por un camino que ya conoce. "Cuando uno gana y se va afianzando, le toma el gusto a ganar. Nos pasó en el 86 y en el 90. A medida que ganen partidos van a sentir la necesidad de ganar cada día", aseguró tras el partido ante Nigeria.
Y como muestra, ya ha ofrecido una de sus claves, dejar jugar a su máxima estrella, como en su día Bilardo hizo con él. "A Lio lo quiero cerca de la pelota y hoy estuvo cerca de la pelota. Mientras él se divierta con la pelota nos divertiremos todos. No sería lindo el fútbol sin ver a Messi que toque la pelota. Hoy hizo cosas bárbaras", indicó el más grande de los futbolistas argentinos a su sucesor.
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